Francisco Iglesias es un pederasta de manual. Siempre ha trabajado con jóvenes, nunca ha mostrado arrepentimiento y además, trata de hacer creer a los demás que son los menores de los que abusa quienes provocan la situación. Se le detuvo por primera vez en 2010 y se le condenó, sin embargo, un error procesal a juicio del Supremo, redujo su pena de tal forma que no llegó a entrar en la cárcel. Su conducta no cambió. A lo largo de 2011,2012 y 2013 abusó de seis menores más. La Fiscalía pide 38 años de prisión por abusos sexuales, exhibicionismo y posesión de sustancias estupefacientes.
24 de febrero de 2010. Francisco Iglesias, de 68 años
entonces, entra en los vestuarios de una piscina pública en el Paseo de
Zorrilla, Valladolid. Allí, aborda a un pequeño de 6 años que estaba con su
hermano de ocho. No sólo hace que el niño le toque los genitales, sino que le
practica una felación. Fue el mayor de los menores quien relató lo ocurrido a
la madre.
Iglesias, profesor de secundaria ya jubilado, fue detenido.
Lejos de negar los hechos ante el juez instructor, reconoció lo ocurrido pero
aseguró que fue la víctima quien le pidió que le practicase la felación. A pesar de la gravedad de los hechos, y de que la Policía investigaba otros posibles
abusos, el juez opto por imponer una
medida de alejamiento del menor y la prohibición de acercarse piscinas y
centros públicos frecuentados por menores.
La petición de Fiscalía fue de ocho años de prisión por un
delito de agresión sexual. La Audiencia Provincial de Valladolid le impuso
cinco y 6.000 euros de indemnización en mayo de 2011, además de la prohibición
de acceder a piscinas públicas y centros donde los menores accediesen a duchas
y vestuarios. Iglesias no llegó a ingresar en prisión porque recurrió la
sentencia ante el Supremo que, un año después, rebajó la sentencia a dos años y
la indemnización a 3.500 euros. La razón: el niño no declaró en el juicio (una
circunstancia que se repitió hace unos meses con un profesor acusado de abusar
de varias niñas, la Audiencia, con el precedente de lo ocurrido con Iglesias le
absolvió para no provocar la indefensión del acusado que hoy sigue ejerciendo
en un colegio público de Valladolid).
Con tan sólo dos años de condena y sin antecedentes penales,
pero con una pedofilia “diagnosticada y acreditada”, según la sentencia de la
Audiencia Provincial de Valladolid, Iglesias siguió en la calle, y nada le hizo
variar su conducta. El informe realizado por el psiquiatra que le examinó tras
su primera detención, remarca que “al no tener una enfermedad mental,
tiene una capacidad para inhibirse y una
capacidad volitiva que le hacían actuar cuando las circunstancias le eran
favorables”.
Cuatro meses después de la rebaja de su condena, Iglesias volvió a ser detenido por quebrantarla, al intentar acceder a otra piscina municipal. En ese momento adujo como
excusa que pretendía apuntar a su nieto e incluso mostró documentación que
llevaba encima para ello, lo que para fuentes del caso no era más que “una
prueba preconstituida” para intentar delinquir de nuevo.
En octubre de 2013, el Servicio de Atención a la Mujer y al
Menor de la Policía Nacional, inicia una investigación tras recibir “informaciones”
que indican que Francisco Iglesias, que había entrado en una Comunidad
Neocatecumenal como catequista, podría estar abusando de menores. El
responsable de las catequesis indicó a los agentes que Francisco tenía mucho
contacto con las familias y que era “muy afable”. Los vecinos de Iglesias,
tanteados por los investigadores, fueron más certeros. “Francisco sube chavales
a su casa, lleva haciéndolo muchos años y tiene tendencias sexuales hacia los
menores”. . De hecho, uno de ellos indicó que su mujer había prohibido a sus
hijos que subiesen con él en el ascensor. Sólo dos de ellos estuvieron
dispuestos a hacer estas declaraciones en comisaria. El resto tenía miedo a
represalias. Así se hizo constar en el atestado policial.
Según el mismo documento, al que ha tenido acceso la autora
de este blog, Francisco Iglesias entró a formar parte de la Comunidad
Neocatecumenal en 2011, y aprovechó que era profesor de secundaria jubilado
para ganarse la confianza de los padres de los menores de entre 12 y 17 años,
para que estos permitiesen que les diese “clases particulares” a sus hijos.
Una vez que la Policía contactó con el responsable de la
catequesis y este reunió a los padres, salieron a flote unos abusos que habían
permanecido ocultos durante más de dos años. Francisco Iglesias, o Paco, como
le llamaban todos, era el hombre enrollado que, según relataron los jóvenes, les daba clases pero además les tocaba,
les instaba a masturbarse en grupo y les proporcionaba alcohol y drogas.
Antes de declarar los hechos en comisaría, lo padres de las
víctimas se reunieron con él. Ocurrió el 2 de noviembre de 2013. “Paco, sabemos
que has abusado de nuestros hijos, quedas expulsado del Camino Neocatecumenal,
de todas las comunidades que forman parte de este camino. No queremos volver a
verte en esta zona”, le espetaron.
Iglesias no se molestó en negar los hechos. “Perdonad, es
verdad, me comprometo a que no vuelva a pasar, porque he venido aquí
precisamente a curarme de esto”, les dijo.
Así los padres le conminaron a que desvelase los nombres de sus
víctimas. Facilitó dos, y redujo los abusos a “tres o cuatro veces”. “Bueno,
bueno, si han sido los niños los que me han escandalizado, si a alguno le he
ido a tocar y me ha dado un manotazo, no ha pasado nada”, aseguró. Aunque no les hizo sospechar, los padres también precisaron
a los agentes que Paco apenas tenía conocimiento de los rezos y cánticos
Neocatecumenales.
A Paco, le interesaban mas los jóvenes, especialmente y tal
y como hace constar la Policía en su atestado “los que eran bien parecidos”.
(MAÑANA: Retrato de
un pederasta. “No me lo vuelvas a hacer”)
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