miércoles, 1 de abril de 2015

Retrato de un pederasta (II). “No me lo vuelvas a hacer”

Francisco Iglesias se comunicaba con sus víctimas a través de whatsapp. Era la forma de quedar con ellas para darles clases particulares y gratuitas en el chalé que tenía en Trigueros del Valle, donde la Policía recogió abundantes muestras biológicas, además de somníferos y ansiolíticos con los que les dejaba casi inconscientes. La mayoría de los chicos decidió borrar los chats el 2 de noviembre de 2013, cuando los padres , alertados por la Policía, les preguntaron si habían sufrido abusos. Afortunadamente, algunos sí los conservaron y suponen, además de sus propias declaraciones, una importante prueba de cargo.

En uno de los casos, una de las víctimas, de 14 años,  hace ver el abuso que sufrió el 6 de octubre de 2013 cuando al día siguiente le recrimina a Iglesias haberle introducido un dedo en el ano. “No volverá a pasar, te lo prometo”,  responde.  El chico continúa quejándose. “si me vuelves a hacer una de estas, no me vuelves a ver en tu vida. Estoy asqueado”. La reacción de Iglesias es airada, le dice que si no quiere ser su amigo “se acaba la historia”, pero precisa que “perdonar es de cristianos”. “¿Me estás diciendo que porque no quiero que me metas un dedo por el culo, que me hagas pajas, que me la chupes, no quiero ser tu amigo?”, continúa el menor, “¿Tú a tus amigos les haces eso?”. Iglesias le dice que pensaba que disfrutaba a lo que el chico le recuerda que no podía moverse ni hablar. “Eres un encanto chavalote y me gusta tu sinceridad, aunque te cabreas mucho. Quizás he abusado de tu confianza y de tu simpatía pensado en complacerte y que lo pasaras bien”, asegura el pederasta. La conversación termina con el compromiso de que los hechos no se repitan y con un “que dios te bendiga”, de Iglesias.

Pero la relación no termina, Iglesias sigue contactando con el chico e incluso le ofrece fruta para sus padres. El menor le pide que compre papel de fumar y le pide más de la marihuana que cultiva en e huerto. En otra ocasión, Paco le dice que se va unos días de convivencia con la Comunidad Neocatecumenal y que llevará “chupitos y maría” . En todas las conversaciones Iglesias intenta que el chaval cene con él, e incluso le promete “un baño de sales maravilloso”.

En el informe policial aparecen las declaraciones de las víctimas, que relatan cómo se les sometió a tocamientos, masturbaciones y felaciones cuando estaban borrachos, bajo los efectos de somníferos o de la marihuana. En alguna ocasión llegó a abusar de dos chicos en la misma tarde.

Francisco Iglesias fue detenido el  5 de noviembre de 2013, días después de que arrancase la investigación. Solicitó la asistencia de un abogado del turno de oficio y se negó a declarar ante los agentes. Dos días después, cuando se le informó de que iban a registrar sus dos viviendas, una en Arturo Eyries, en cuyo rellano le arrestaron, y otra en Trigueros del Valle, sorprendió a  los policías. “Sólo hemos jugado a la galleta. Se pone una galleta en el suelo, se hace un corro y te masturbas. Él último en eyacular, se come la galleta”, afirmó.

Los testimonios de los menores y lo que se encontró en los dos inmuebles (marihuana, revistas pornográficas y ansiolíticos y somníferos) revelaron una espiral de abusos sexuales en la que los chavales eran tentados con alcohol, pornografía y marihuana. Durante dos años, Iglesias los llevó a ambos domicilios, donde les preparaba cubatas y porros. Pero los abusos, que comenzaron como tocamientos, fueron a más una vez que conseguía emborrachar y narcotizar a los chicos, que apenas recordaban lo ocurrido al despertar.

La mujer de Iglesias, que pasaba largas temporadas ausente del domicilio cuidando a un familiar, se negó a declarar contra él. Desde su detención, Iglesias permanece en el Centro Penitenciario de Valladolid, a cuyas rutinas se ha adaptado sin problemas. Fuentes del caso  precisaron a la autora de este blog que no muestra arrepentimiento, que está tranquilo y que “se ha echado una novia”, que cumple pena en el Módulo de Mujeres del mismo centro.
El juicio se celebrará los próximos 27,28 y 29 de abril.

martes, 31 de marzo de 2015

Retrato de un pederasta. El profesor enrollado

Francisco Iglesias es un pederasta de manual. Siempre ha trabajado con jóvenes, nunca ha mostrado arrepentimiento y además, trata de hacer creer a los demás que son los menores de los que abusa quienes provocan la situación. Se le detuvo por primera vez en 2010 y se le condenó, sin embargo, un error procesal a juicio del Supremo, redujo su pena de tal forma que no llegó a entrar en la cárcel. Su conducta no cambió. A lo largo de 2011,2012 y 2013 abusó de seis menores más. La Fiscalía pide 38 años de prisión por abusos sexuales, exhibicionismo y posesión de sustancias estupefacientes.


24 de febrero de 2010. Francisco Iglesias, de 68 años entonces, entra en los vestuarios de una piscina pública en el Paseo de Zorrilla, Valladolid. Allí, aborda a un pequeño de 6 años que estaba con su hermano de ocho. No sólo hace que el niño le toque los genitales, sino que le practica una felación. Fue el mayor de los menores quien relató lo ocurrido a la madre.

Iglesias, profesor de secundaria ya jubilado, fue detenido. Lejos de negar los hechos ante el juez instructor, reconoció lo ocurrido pero aseguró que fue la víctima quien le pidió que le practicase la felación.  A pesar de la gravedad de los hechos,  y de que la Policía investigaba otros posibles abusos, el juez opto por imponer  una medida de alejamiento del menor y la prohibición de acercarse piscinas y centros públicos frecuentados por menores.

La petición de Fiscalía fue de ocho años de prisión por un delito de agresión sexual. La Audiencia Provincial de Valladolid le impuso cinco y 6.000 euros de indemnización en mayo de 2011, además de la prohibición de acceder a piscinas públicas y centros donde los menores accediesen a duchas y vestuarios. Iglesias no llegó a ingresar en prisión porque recurrió la sentencia ante el Supremo que, un año después, rebajó la sentencia a dos años y la indemnización a 3.500 euros. La razón: el niño no declaró en el juicio (una circunstancia que se repitió hace unos meses con un profesor acusado de abusar de varias niñas, la Audiencia, con el precedente de lo ocurrido con Iglesias le absolvió para no provocar la indefensión del acusado que hoy sigue ejerciendo en un colegio público de Valladolid).

Con tan sólo dos años de condena y sin antecedentes penales, pero con una pedofilia “diagnosticada y acreditada”, según la sentencia de la Audiencia Provincial de Valladolid,  Iglesias siguió en la calle, y nada le hizo variar su conducta. El informe realizado por el psiquiatra que le examinó tras su primera detención, remarca que “al no tener una enfermedad mental, tiene  una capacidad para inhibirse y una capacidad volitiva que le hacían actuar cuando las circunstancias le eran favorables”.

Cuatro meses después de la rebaja de su condena,  Iglesias volvió a ser detenido por quebrantarla, al intentar acceder a otra piscina municipal. En ese momento adujo como excusa que pretendía apuntar a su nieto e incluso mostró documentación que llevaba encima para ello, lo que para fuentes del caso no era más que “una prueba preconstituida” para intentar delinquir de nuevo.

En octubre de 2013, el Servicio de Atención a la Mujer y al Menor de la Policía Nacional, inicia una investigación tras recibir “informaciones” que indican que Francisco Iglesias, que había entrado en una Comunidad Neocatecumenal como catequista, podría estar abusando de menores. El responsable de las catequesis indicó a los agentes que Francisco tenía mucho contacto con las familias y que era “muy afable”. Los vecinos de Iglesias, tanteados por los investigadores, fueron más certeros. “Francisco sube chavales a su casa, lleva haciéndolo muchos años y tiene tendencias sexuales hacia los menores”. . De hecho, uno de ellos indicó que su mujer había prohibido a sus hijos que subiesen con él en el ascensor. Sólo dos de ellos estuvieron dispuestos a hacer estas declaraciones en comisaria. El resto tenía miedo a represalias. Así se hizo constar en el atestado policial.

Según el mismo documento, al que ha tenido acceso la autora de este blog, Francisco Iglesias entró a formar parte de la Comunidad Neocatecumenal en 2011, y aprovechó que era profesor de secundaria jubilado para ganarse la confianza de los padres de los menores de entre 12 y 17 años, para que estos permitiesen que les diese “clases particulares” a sus hijos.
Una vez que la Policía contactó con el responsable de la catequesis y este reunió a los padres, salieron a flote unos abusos que habían permanecido ocultos durante más de dos años. Francisco Iglesias, o Paco, como le llamaban todos, era el hombre enrollado que, según relataron los jóvenes, les daba clases pero además les tocaba, les instaba a masturbarse en grupo y les proporcionaba alcohol y drogas.

Antes de declarar los hechos en comisaría, lo padres de las víctimas se reunieron con él. Ocurrió el 2 de noviembre de 2013. “Paco, sabemos que has abusado de nuestros hijos, quedas expulsado del Camino Neocatecumenal, de todas las comunidades que forman parte de este camino. No queremos volver a verte en esta zona”, le espetaron.

Iglesias no se molestó en negar los hechos. “Perdonad, es verdad, me comprometo a que no vuelva a pasar, porque he venido aquí precisamente a curarme de esto”, les dijo.  Así los padres le conminaron a que desvelase los nombres de sus víctimas. Facilitó dos, y redujo los abusos a “tres o cuatro veces”. “Bueno, bueno, si han sido los niños los que me han escandalizado, si a alguno le he ido a tocar y me ha dado un manotazo, no ha pasado nada”, aseguró. Aunque no les hizo sospechar, los padres también precisaron a los agentes que Paco apenas tenía conocimiento de los rezos y cánticos Neocatecumenales.
A Paco, le interesaban mas los jóvenes, especialmente y tal y como hace constar la Policía en su atestado “los que eran bien parecidos”.


(MAÑANA:  Retrato de un pederasta. “No me lo vuelvas a hacer”)